3. El molinillo y el molinero1. En torno a Luzel

2. El milagro del Santo del Goulannoù

2. El milagro del Santo del Goulannoù

Era la Nochebuena de 1815. Yo era joven entonces y vivía, como hoy, en Vieux-Marché. Había ido a Plouaret temprano (Vieux-Marché aún no era un municipio independiente), y, mientras esperaba a que fuese a la misa del Gallo, estaba con unos amigos en la taberna de Cadiou bebiendo sidra y jugando a las cartas. Teníamos la intención de acabar la partida cuando sonara la llamada a misa. El juego estaba animado y estaba habiendo pérdidas significativas para gente humilde como nosotros y, como siempre, cuanto más perdíamos, más nos encabezonábamos. Allí estábamos con nuestro juego, cuando vinieron a decirnos que algo extraordinario estaba ocurriendo al otro lado del centro del pueblo: Alanig Ar Floc’h que tenía sed, pero no le quedaba dinero para beber en las tabernas, donde el agua no se convierte nunca en vino pero bastante a menudo el vino en agua sí. Alanig Ar Floc’h que había oído contar muchas veces que en Nochebuena el agua de los pozos y de las fuentes se convertía en vino, como no le quedaba dinero lo quiso comprobar. Antes de la misa del Gallo, se acercó al pozo de Vicente Carris. Quería sacar un cubo de agua pero cuando bajó el cubo, escuchó nítidamente una voz en el pozo:

– « ¡Un segundo camarada! ¡Déjame beber un trago primero! »

Alanig no era muy valiente. Soltó el cubo y se fue corriendo. Un grupo de tres o cuatro personas lo pararon. En ese grupo se encontraba Noël Ar Saoz y le preguntó si le estaba persiguiendo el Diablo. Se encontraba tan emocionado y agitado que apenas lo podían entender:

– « ¡No!, ¡No el Diablo!… ¡Pero alguien me ha hablado!… » Y ha dicho: « ¡Déjame beber un trago, camarada! Allí, en el pozo de Vicente Caris… Un fantasma, ¡seguro!… »

Pensaron que estaba loco o totalmente borracho. El pozo estaba cerca y se acercaron por curiosidad. Noël Ar Saoz se inclinó sobre la boca del pozo y preguntó bromeando:

– « ¡Oye! ¡Tú que estás allí dentro! ¡Debes de estar con mucha sed para meterte en el fondo de un pozo! »

– « Sí, mucha sed », respondió la voz en el pozo.

– « ¿Habéis oído? », preguntó Noël dándose la vuelta hacia sus camaradas.

– « Sí », dijeron, « ¡Hay alguien en el pozo! »

Y Noël Ar Saoz gritó otra vez:

– « ¿Quién está ahí? ¡Responde! »

– « Ar Sant. El Santo », contestó la voz.

Noël ya no bromeaba. Ahora se encontraba una docena de personas alrededor del pozo y todos habían oído la voz que venía de allí abajo.

– « Hay que preguntarle qué Santo es », decían, « ¿Y qué quiere? »

– « ¿Qué Santo es usted? », preguntó Noël.

– « Sant ar Goulannoù. El Santo del Goulannoù », contestó la voz.

– « ¿Sant ar Goulannoù…? », dijeron los asistentes, mirándose estupefactos. « Nunca hemos oído hablar de ese Santo. Hay que preguntar al maestro si su nombre se encuentra en algún calendario o libro antiguo. ¿Quizás es un Santo nuevo? »

– « ¿Qué desea Señor Santo? », preguntó de nuevo Noël, inclinándose sobre la boca del pozo.

– « Primero quiero para beber, luego pido que venga el rector a buscarme en procesión, con cruces y banderas delante, y que suenen las campanas. »

Se miraban con estupefacción y ya no se bromeaba. Se llegó al acuerdo de que había que contar el asunto al rector y pedirle su opinión.

El rumor se extendió rápidamente por todo el pueblo y pronto hubo una afluencia de personas considerable alrededor del pozo de Vicente Carris.

Se preguntaban: « ¿Qué hay que hacer? El rector no nos creerá. Sin embargo debe estar informado de lo que está sucediendo. De todas formas es un gran milagro »…

Y cada uno daba su opinión. Dos o tres hombres fueron al presbiterio para informar al rector de lo que estaba ocurriendo. El rector estaba listo para ir a la iglesia y recibió bastante mal a los mensajeros y les dijo que o querían burlarse de él o que el supuesto Santo era probablemente un borracho que había querido coger agua del pozo y se había caído dentro.

Llevaron la respuesta del rector. Algunas comadres se escandalizaron y manifestaron lo descontentas que estaban con gritos y exclamaciones, elevando las manos al cielo.

A pesar de todo seguía llegando más gente. Estaban cada vez más desinhibidos y empezaban a familiarizarse con el Santo.

« Es un buen santo », decían. « Le gusta bromear; pide para beber, aunque esté dentro del pozo, pero seguramente le gustaría más que sea vino o sidra… Hay que ofrecerle una jarrita de sidra. ¿Quizás ha bajado al pozo solo para disfrutar del momento en el que el agua se convierte en vino esta noche y beber a su gusto? » Y seguían con las bromas, se reían, no paraban de bromear.

Pero las viejas devotas estaban escandalizadas y exclamaban:

« ¡Jesucristo! ¡Dios mío! ¿En qué tiempos vivimos?; ¡Ya no se respeta nada! ¡Se acerca el fin del mundo seguro!… »

Regañaban a la gente y auguraban grandes desgracias.

Finalmente, Marc Ar Mannac’h, que estaba borracho, se acercó al pozo y gritó:

– « ¡Oye, anda, habla! ¿Eres un Santo de verdad? »

– « Sí, El Santo », respondió la voz.

– « ¡Eres un hombre valiente Santo! ¿Quieres beber una botella conmigo? »

– « No pido nada más… ¡Y que sean más bien dos que una! »

– « Pero me parece que conozco esa voz… », dijo Marc mirándonos a todos. Y se acercó de nuevo al pozo.

– « ¿Qué Santo eres? ¡Dime tu nombre! »

– « Pero si hace una hora que os lo grito: Sant ar Goulannoù, el Santo del Goulannoù. ¡Y mejor haríais en sacarme de este pozo en el que me muero de frío y de sed! »

Y Marc empezó a reír y dijo, dándose la vuelta hacia la gente:

– « ¡Cuando os decía que debía conocer a ese Santo…! Es uno de mis amigos, quizás con quien más he brindado. ¡Rápido, cuerdas, linternas y lo sacamos! »

– « ¿Qué pasa, Marc?, preguntaba todo el mundo, sorprendido. « ¿Dónde has podido tú conocer a un Santo? Nunca has estado en el paraíso que sepamos. »

– « Pero aquí no se trata de santos del paraíso. ¡Qué tontos! Hace una hora que el chaval se está matando diciéndoos que se llama El Santo (Ar Sant), Luis El Santo, de la aldea de Goulannoù, cerca de Plounevez-Moedec, y os quedáis ahí, con la boca abierta, mirando, en vez de ayudar a un pobre borracho (como lo estaréis casi todos antes del amanecer), y lo dejaríais morir en el fondo del pozo si yo no hubiera llegado para salvarlo. »

Se acercaron al pozo y, con la luz de las linternas de resina, todo el mundo reconoció fácilmente a Luis el Santo, llamado el Santo de Goulannoù, temblando y muriendo de frío. Se mantenía de pie en la cámara del pozo, como un verdadero santo en su nicho. En el fondo de los pozos, siempre se construía un nicho donde se podría resguardar un hombre cuando se limpiase un pozo por si acaso se rompiera la cuerda o se cayeran piedras cuando se suben cubos llenos de arena, piedras y otros materiales.

Marc bajó al pozo un cubo atado a una cuerda. El Santo cupo. Tiraron de la cuerda y salió por fin. Lo llevaron a la taberna de Cadiou y lo colocaron cerca de la chimenea y muy pronto estaba tan campante y sano como siempre, bebiendo de nuevo con sus camaradas.

Esa aventura dio mucho ruido en Plouaret. Muchos de vosotros debéis de haberla escuchado y sabéis que mi testimonio es totalmente verídico.

– « Totalmente cierto », dijo Le Meur. « Mi padre que también estuvo presente me lo ha confirmado. »

– « Pero Garandel », dijo Yvonne, « usted se ha olvidado contarnos por qué El Santo se encontraba en el pozo de Vicente Carris y cómo había bajado. »

– « Tiene razón y os voy a contentar en ese punto. Al Santo el gustaba la sidra y le encantaba un chupito de aguardiente. Volvía de Lannion y había hecho muchas paradas en las « capillas », o sea en los cabarets de la carretera. Llegando al pueblo de Plouaret estaba muy borracho después de su última parada en el bar de mala reputación de Toul-ar-Bac’hadoù (El Agujero de los golpes de palo).

Queriendo beber en el pozo de Vicente Carris que se encuentra a la entrada del centro del pueblo, se cayó dentro. Se dice que hay un Dios para los borrachos, y me lo creo. Se cayó en el pozo sin hacerse daño ninguno, solo algunas contusiones. El agua no estaba muy profunda pero sí fría, ¡era el 24 de diciembre! El frescor del baño le quitó la borrachera y pensó en refugiarse en el nicho y allí estaba, esperando con la paciencia de un verdadero santo, esperando a que alguien viniera a liberarle y es cuando Alanig Ar Floc’h bajó el cubo del pozo con la esperanza de sacar vino… »